Cuando ya hemos pasado algún tiempo de nuestras vidas, nos retrotraemos y evocamos recuerdos de nuestra infancia y en particular de nuestra adolescencia.
Desde antaño, se dice que la adolescencia y juventud, momentos en que se consolida la estructura de nuestra personalidad, son por su sensación de libertad una etapa de la vida en donde coinciden la plenitud de las condiciones físicas y la ausencia de obligaciones , como un momento dorado de nuestras vidas.
Recuerdos de aventuras, de amores y desamores, aquellas tardes de caminatas, noches de fiesta y madrugadas con amigos. Aquel físico que lo permitía todo, esos horarios cambiados , con vida de noche y sueño de día, forman parte de las anécdotas que se agolpan en nuestra mente , al añorar ese tiempo que como dicen las canciones ya se fue y no volverá.
“En aquel cajón esta tu foto….Llenándose de tierra…Hace tanto que no la veo…Como a vos, como a vos …… Te acordás qué tiempos aquellos, Que tiempos aquellos En donde todo era un buen motivo, Para decir te quiero” (Horacio Eduardo Cantero)
Si bien la juventud , aparece como época de energía, búsqueda y libertad, imagen que es promocionada por los medios de masa, especialmente los de consumo, también es una etapa crítica en donde nuestra identidad se ve tensionada por la necesidad de encaminar ante la sociedad un propósito u objetivo de vida.
“has todo, has nada…”( publicidad bebida de fantasía) “Nene, nene que vas a ser cuando seas grande…Nene, nene que vas a ser cuando seas grande”(Miguel Mateos)
Este deber o reclamo social por un “¡qué vas a hacer!”… o ya cuando se termina la etapa segundaria, por un “ ¿qué estas estudiando?”…. Marca el inicio de la transición entre la adolescencia y la adultez joven, proceso que no es igual para todas las personas, no sólo por sus gustos, necesidades o formas de ver el mundo, sino por el lugar donde habitan y la posibilidades reales que tiene para realizar una elección o fijarse un propósito, más allá de sus urgentes necesidades de subsistencia . En otras palabras , cuál más cual menos despertamos de ese mágico momento de la adolescencia omnipotente y nos enfrentamos de sopetón a las limitantes e injusticias de lo que podemos , por sobre lo que queremos.
Asumiendo que las explicaciones sociológicas y económicas sobre lo señalado, resultan más pertinentes para explicar lo que viven los jóvenes con relación a sus grados de confort y vulnerabilidad , mi reflexión apunta a los conflictos que representan para las personas , el proceso de individuación en un contexto social de incertidumbre, cambio y liquidez.
Como nunca la incertidumbre del camino trazado por la modernidad, esto es educación, trabajo y bienestar, se ve puesto en duda por las transformaciones en el mundo del trabajo, la precarización de los vínculos laborales y las exigencias de la vida en pareja, por citar sólo alguno de los fenómenos que complejizan y en algunos casos ensombrecen el cielo de esta etapa.
Por primera vez en la historia, los jóvenes en el futuro serán más pobres que sus padres, vivirán más años, cambiarán más veces de trabajo y tendrán menos hijos que sus predecesores.
Se impone como un lugar común dentro del discurso de los analistas que los jóvenes de hoy , como nuevos ciudadanos, requerirán tolerancia a la frustración, pensamiento crítico, flexibilidad y gestión de sus emociones . Frente a la información que nos rodea, los nuevos ciudadanos deben lograr aprender a aprender, más allá de lo que estudien, en lo que se empleen o lo que cultiven.
Así lo que es recordado como un idílico momento de aventuras y amores , se vive hoy dentro de un contexto en donde los indicadores de alteraciones de la salud mental se han disparado en el segmento joven, siendo entonces la ansiedad, las crisis de angustia, los trastornos adaptativos y los trastornos en el control de impulsos, son parte de las conversaciones diarias cuando hablamos de adolescencia y juventud .
“Te visitará la muerte, te visitará la muerte, Comió en mi mesa, durmió en mi cama Se adueñó de mi alma Fría como el hielo mis labios besó, Su astucia me engañó” (Obús)
Al mismo tiempo , los espacios naturales de convivencia como el barrio, colegio, el instituto y la universidad se encuentren atravesados por altos niveles de violencia, que afectan la convivencia y que hacen del conflicto entre pares , parte del cotidiano escenario con el que los docentes deben lidiar, sin que exista una red de apoyo que brinde contención emocional y atención oportuna para quienes lo necesiten.
“Y dónde quedó ahora, esa hermosa ilusión , De regalarte a vos, lo mejor de mi amor” ( Horacio Cantero Hernández)
Así las cosas, el brillo de la juventud y sus tesoros se van despojando de su luminosidad , pues hoy más que nunca se ven forzados a encontrar un lugar para producir o ser un emprendedor. Cómo paradoja, nunca los adolescentes y los adultos jóvenes habían mostrado mayor desapego a las obligaciones y menor claridad en su propósito de vida; quizá como respuesta rebelde a tanta incertidumbre o resistencia inconsistente a la sociedad del endeudamiento.
Hoy cada vez más jóvenes , eligen migrar en busca de nuevos destinos y mayores grados de libertad personal; a pesar de esto , la mayoría se quedan enredados en una mezcla de sin sentido y explosión de placeres . La sociedad de consumo ha instalado la imagen de un bienestar infinito , condición a la que se accede en cómodas y largas cuotas. Esto explica el bombardeo de aventuras interminables en lejanas tierras ( y por lo tanto mejores), la experiencia de excesos , o la participación en espacios mágicos en donde la promesa de felicidad permanente se repite una y otra vez , a través de las pantallas que inundan la vida de los adolescentes.
¿Es extraño entonces , que nuestra salud mental se encuentre afectada y que uno de sus impactos más grandes sea vivido por adolescentes y adultos jóvenes?
Pareciera evidente que lo descrito , se encadena con nuestra forma de asumir la realidad , de los modelos que hemos adoptado y no sólo del déficit en las habilidades y competencias de algunos miembros de nuestra sociedad.
La terapía psicológica , entendida como un proceso de ayuda , (basado en la evidencia) orientada a desarrollar habilidades cognitivas y emocionales, que les permitan a las personas resolver sus conflictos pasados y abordar sus desafíos presentes, no puede actuar sólo como un mecanismo adaptativo de grupos e individuos.
Por el contrario, la psicoterapia en cualquiera de sus vertientes nace del paradigma filosófico que propone que el conocimiento de sí mismo, actúa como un proceso liberador de los seres humanos, haciéndolos consciente de su ser, sentido y trascendencia.
La palabra, gran herramienta descubierta por la psicoterapia, es utilizada como puente entre lo que pensamos y sentimos, entre lo que reconocemos y lo que debemos descubrir, entre lo que nos mantiene atados al pasado y lo que nos permite mirar hacia el futuro.
Prestar apoyo, orientación y contención oportuna a los adolescentes y adultos jóvenes, resulta pues un imperativo ético para una sociedad que ha considerado a la juventud, un ¡ divino tesoro!.