En el intrincado escenario de la práctica forense, donde la ley se cruza con las complejidades del comportamiento humano, la psicología jurídica emerge no como un mero apéndice, sino como una disciplina fundamental para la administración de justicia. Su rol trasciende la simple evaluación; se erige como una brújula que guía la comprensión de las motivaciones, capacidades y secuelas psicológicas inherentes a los procesos legales.
Autores recientes han profundizado en la relevancia de esta simbiosis disciplinar. Urra (2018), en su obra, subraya cómo la comprensión de los procesos cognitivos y emocionales de testigos, víctimas e imputados resulta esencial para una valoración probatoria más justa y precisa. La memoria, la sugestibilidad y el impacto del estrés postraumático son solo algunos de los constructos psicológicos que, analizados con rigor científico, iluminan zonas grises en la investigación y el juicio.

Asimismo, la evaluación de la credibilidad testimonial, un pilar en muchos procesos judiciales, se beneficia enormemente de los avances en la investigación psicológica. Mira y López (2020), actualizando perspectivas clásicas, destacan la importancia de considerar factores contextuales y personales que influyen en la exactitud del testimonio, alertando sobre la falibilidad de la intuición y la necesidad de aplicar metodologías basadas en evidencia.
La psicología jurídica también juega un papel crucial en la evaluación de la responsabilidad penal y la peligrosidad. Estudios contemporáneos, como los de Redondo Terreros (2022), enfatizan la necesidad de integrar modelos psicológicos en la comprensión de la conducta delictiva, considerando factores de riesgo y protectores para una adecuada individualización de la pena y el diseño de programas de intervención eficaces. No se trata solo de etiquetar, sino de comprender la génesis del comportamiento y las posibilidades de cambio.
En el ámbito de la victimología, la psicología jurídica aporta herramientas esenciales para comprender el impacto psicológico de la victimización. Echeburúa y Corral (2021) han investigado exhaustivamente las secuelas emocionales y cognitivas en víctimas de diversos delitos, resaltando la importancia de una atención integral que considere las necesidades específicas de cada persona y facilite su proceso de recuperación. La comprensión de estos procesos es vital para evitar la revictimización en el sistema legal.
La aplicación de la psicología jurídica en la práctica forense no está exenta de desafíos. La comunicación efectiva entre psicólogos y profesionales del derecho, la necesidad de estandarización de protocolos de evaluación y la constante actualización ante los avances científicos son aspectos cruciales a abordar. Sin embargo, la creciente conciencia sobre la complejidad del ser humano involucrado en los procesos legales impulsa una mayor integración de ambas disciplinas.
Desafíos Éticos en la Práctica de la Psicología Jurídica
La labor del psicólogo jurídico en el ámbito forense no está exenta de desafíos éticos que demandan una reflexión constante y una práctica profesional escrupulosa. Uno de los principales dilemas radica en la confidencialidad. Si bien el secreto profesional es un principio fundamental en la psicología, su aplicación en el contexto forense se ve matizada por el requerimiento de entregar información relevante al proceso judicial. Establecer los límites de la confidencialidad y comunicar claramente estos límites a las personas evaluadas es crucial para mantener la confianza y actuar éticamente (American Psychological Association, 2017).

Otro desafío significativo se relaciona con la objetividad e imparcialidad. El psicólogo forense debe esforzarse por mantener una postura neutral, basada en la evidencia científica y evitando sesgos personales o presiones externas. La influencia de la parte que solicita la evaluación o las expectativas del sistema legal pueden suponer una amenaza para la objetividad del informe pericial (Heilbrun & Goldstein, 2018). La transparencia en la metodología utilizada y la explicitación de las limitaciones de las conclusiones son esenciales para mitigar este riesgo.
La competencia profesional es también un imperativo ético. El psicólogo jurídico debe poseer la formación y experiencia específicas para abordar las demandas particulares del ámbito forense, que difieren de la práctica clínica tradicional. Esto implica una actualización continua de conocimientos y la conciencia de los límites de la propia expertise, recurriendo a la consulta o derivación cuando sea necesario (Bartol & Bartol, 2020).
Finalmente, la instrumentalización de la evaluación psicológica para fines puramente legales, sin considerar el bienestar de la persona evaluada, representa otro desafío ético importante. El psicólogo debe recordar que su labor, aunque orientada a proporcionar información relevante para el sistema judicial, debe realizarse con respeto a la dignidad y los derechos de las personas involucradas (Sales & Goldstein, 2017). Esto implica una comunicación clara sobre el propósito de la evaluación y el uso que se dará a la información obtenida.
La aplicación de la psicología jurídica en la práctica forense, por lo tanto, requiere no solo un sólido conocimiento técnico y científico, sino también una profunda conciencia ética para navegar por las complejas intersecciones entre la ley y la mente humana.
Recomendaciones para la Elección de un Perito en Psicología Jurídica
Ante la necesidad de incorporar la experticia psicológica en un proceso legal, la elección de un perito idóneo resulta crucial para garantizar la calidad y la utilidad del informe pericial. Se recomienda considerar los siguientes aspectos:
- Acreditación y Formación Específica: Verificar que el profesional posea una formación sólida y específica en psicología jurídica o forense. Esto incluye estudios de posgrado, cursos especializados y certificaciones profesionales reconocidas en el ámbito forense (Colegio de Psicólogos de Chile, 2023). La experiencia clínica por sí sola no garantiza la competencia forense.
- Experiencia Profesional: Evaluar la trayectoria del perito en la realización de informes periciales en el ámbito legal específico del caso (penal, civil, familiar, etc.). Solicitar referencias o ejemplos de informes previos puede ser útil para conocer su estilo y la calidad de su trabajo.
- Objetividad e Imparcialidad: Indagar sobre posibles conflictos de interés que puedan afectar la objetividad del perito. Un profesional ético debe declarar cualquier relación previa con las partes involucradas. Es preferible seleccionar peritos independientes y sin vínculos previos con ninguna de las partes.
- Conocimiento de la Legislación: Asegurarse de que el perito posea un conocimiento adecuado del marco legal relevante para el caso en cuestión. La comprensión de los aspectos jurídicos permite orientar la evaluación de manera pertinente y responder a las interrogantes del tribunal de forma precisa.
- Claridad y Rigor Metodológico: Valorar la capacidad del perito para comunicar sus hallazgos de manera clara, precisa y fundamentada en metodologías científicamente validadas. Un informe pericial debe ser comprensible para los profesionales del derecho y basarse en instrumentos de evaluación confiables y relevantes para la pregunta legal.
- Disponibilidad y Cumplimiento de Plazos: Considerar la disponibilidad del perito para realizar la evaluación y entregar el informe dentro de los plazos establecidos por el tribunal. La dilación en la entrega puede perjudicar el desarrollo del proceso judicial.
La cuidadosa selección de un perito en psicología jurídica, atendiendo a estas recomendaciones, contribuirá significativamente a enriquecer el proceso judicial con una comprensión más profunda de los aspectos psicológicos relevantes, facilitando así una administración de justicia más informada y equitativa.
Conclusión
La psicología jurídica forense se erige como un pilar indispensable para una administración de justicia más humana y fundamentada. Al incorporar los conocimientos y las metodologías de la psicología, los profesionales del derecho pueden navegar con mayor precisión en el laberinto de los hechos, comprendiendo las motivaciones, las capacidades y las secuelas psicológicas que moldean las conductas y los testimonios. La obra de autores recientes reafirma esta necesidad, al igual que la reflexión sobre los cruciales desafíos éticos que demanda esta práctica y las recomendaciones para la elección de peritos competentes, invitándonos a reconocer la brújula humana como una herramienta esencial en la búsqueda de la verdad y la equidad en el sistema legal.
Referencias:
American Psychological Association. (2017). Ethical principles of psychologists and code of conduct.
Bartol, C. R., & Bartol, A. M. (2020). Criminal behavior: A psychological approach (12th ed.). Pearson.
Colegio de Psicólogos de Chile. (2023). Código de Ética Profesional.
Echeburúa, E., & Corral, P. (2021). Manual de violencia psicológica. Síntesis.
Heilbrun, K., & Goldstein, N. E. S. (2018). Forensic mental health assessment: A casebook. Oxford University Press.
Mira, A., & López, J. (2020). Psicología del testimonio. Pirámide.
Redondo Terreros, M. (2022). Psicología de la delincuencia: Teorías y perspectivas actuales. Dykinson.
Sales, B. D., & Goldstein, N. E. S. (2017). Psychological evaluations for the courts: A handbook for mental health professionals and lawyers (4th ed.). Oxford University Press.
Urra, J. (2018). La inteligencia del delito. Ariel.

